El silencio que se puede experimentar en la montaña en algunos días de invierno es extraordinario. Durante los meses invernales los insectos desaparecen de la montaña, el ganado permanece en los valles y la presencia humana se hace muy escasa, casi inexistente. En los dias en los que además no hay viento, la ausencia de ruidos es total y la quietud que se puede experimentar en esos momentos es difícil de encontrar en otros lugares. Tal es la intensidad del silencio en esos momentos, que en ocasiones parece que los pensamientos de uno mismo fueran capaces de irrumpir fuera del cuerpo en forma de ondas sonoras y romperlo.
El silencio hoy es un bien muy escaso y de extraordinario valor, en unos tiempos en los que la mayoría vivimos rodeados de un inmenso ruido del que muchas veces ni siquiera somos conscientes. Es en momentos como este, al sumergirnos en soledad en la montaña invernal, cuando algunos nos damos cuenta del valor del silencio. Un bien inmaterial del que, poco a poco, nos hemos ido privando los unos a los otros, empobreciéndonos sin darnos cuenta.
Esta fotografía creo que es capaz de transmitir el ambiente de quietud y la serenidad de aquel crepúsculo de diciembre de hace unos cuantos años.
Datos técnicos: Canon EOS 5D mkII, Zeiss Distagon 21/2.8.
Galería Picos de Europa.
¡Casi escucho el silencio mirando esta foto! Preciosa.