En la cultura de los Objiwa, los atrapasueños se usaba como hechizo para proteger a los niños de las pesadillas y de las visiones malignas. Los Ojibwa creían que un atrapasueños filtraba los sueños de las personas, de manera que los buenos sueños pasaban por el centro del aro hacia la persona que duerme, mientras que los malos eran capturados en la red central y se desvanecían con el primer rayo de luz del amanecer. En este caso el mal sueño atrapado es el de un lobo.
Encontré este atrapasueños colgado junto a la puerta de una cabaña ganadera de alta montaña en el concejo de Aller, en Asturias. La imagen simboliza claramente un conflicto competitivo entre dos especies depredadoras. A medida que la actividad ganadera de montaña retrocede, de la mano de una incesante despoblación del mundo rural, el lobo resurge, recuperando sus dominios ancestrales. El conflicto es inevitable.
Datos técnicos: Canon EOS R5, Carl-Zeiss Vario-Sonnar 35-70 f/3.4.
Galería Legado de montaña.


