Una nueva fotografía crepuscular del macizo de Ubiña, en concreto de la cara norte de Peña Rueda. Esta vez al atardecer y desde las inmediaciones del alto de la Cobertoria. Una placentera tarde de principios de marzo en la que, alejándose poco más de un kilómetro de la carretera, se podía experimentar el silencio propio de la montaña invernal: sin insectos, sin ganado, sin viento. Un silencio que se debe paladear en soledad, y que en esta ocasión tan solo era interrumpido por el canto de esporádico de algún pájaro.
La fotografía está tomada tras la puesta del sol, en esos momentos en los que el contraste disminuye al quedar el paisaje iluminado por el arco crepuscular, esa gran sección de la atmósfera que dispersa la luz solar y actúa como un inmenso difusor. Aún así, la fotografía es técnicamente difícil. La diferencia de luminosidad entre las reflectantes laderas nevadas y los oscuros bosques de hayas es enorme, haciendo difícil obtener detalle en las sombras sin quemar las altas luces, al menos sin un filtro degradado neutro.
Más allá de la dificultad técnica de la toma, creo que la fotografía ha recogido la esencia de la escena.
Datos técnicos: Canon EOS R, RF 70-200 f4 L, polarizador, panorámica de 8 exposiciones.
Galería Macizo de las Ubiñas.