El papel en la impresión fotográfica digital

La elección de un papel para una impresión fotográfica digital es una decisión importante. Su capacidad para la reproducción tonal y cromática, su textura y su acabado superficial determinan el aspecto de la fotografía y pueden realzar o atenuar características esenciales de la imagen. Por otro lado, más allá de las propiedades visuales de un papel, su composición y estructura puede determinar la longevidad de la obra. Un buen papel en buenas condiciones de conservación, debería permitir que una impresión fotográfica perdure durante décadas sin sufrir alteraciones significativas de su aspecto. Una buena selección del papel multiplica el valor expresivo de una copia fotográfica y es garantía de durabilidad.

Sin embargo, la tarea de seleccionar el mejor papel no es sencilla, ya que la gama de papeles para impresión fotográfica es enorme. En un mundo tan competitivo como el actual, los fabricantes de papel, probablemente en un intento de diferenciarse e incrementar su cuota de mercado, han creado unas amplísimas gamas de productos. Centrándonos en los dos principales fabricantes europeos y en el año 2025, Hahnemühle presenta 36 referencias de papel para impresión fotográfica y Canson-Infinity 21. Con estas gamas tan extensas, la tarea de seleccionar un papel puede resultar intimidante.

En ocasiones se me pide consejo sobre la elección de un papel para una copia. En este pequeño artículo se presentan algunos conceptos básicos para facilitar esa elección. Es importante indicar que este artículo se ciñe exclusivamente a papeles para impresión digital con tintas en impresoras fotográficas. El mundo de los papeles para copias fotográficas es más amplio, incluyendo papeles para técnicas artísticas fotoquímicas: haluros de plata, platino-paladio, cianotipias, a la goma, etc… Esos son otros mundos, apasionantes sin duda, pero completamente diferentes.

Comencemos entonces.

La celulosa como materia prima

Las fibras del papel para impresión fotográfica están compuestas de celulosa, cuyo origen puede encontrarse en la madera, el algodón o plantas herbáceas como lino, cáñamo o bambú. La madera es la materia prima más popular para la producción de papel y está compuesta esencialmente de celulosa, hemicelulosa y lignina. Las fibras de celulosa son las que constituyen el esqueleto del papel. La lignina, presente en la madera y las plantas leñosas, confiere al papel propiedades indeseables: es responsable del amarilleo del papel y contribuye a su degradación con el tiempo. Por lo tanto, para obtener papel de calidad a partir de madera, la materia prima debe someterse a procesos químicos de deslignificación y blanqueado.

El papel obtenido a partir de fibras de algodón es muy valorado, no contiene lignina, presenta una elevada blancura y no requiere blanqueadores ópticos (ver más adelante). Tradicionalmente se obtenía de trapos de algodón, residuos de la industria textil. De ahí que muchas de las denominaciones comerciales de este tipo de papel contengan la palabra Rag – trapo, en inglés.

La celulosa es una materia bastante estable, lo que permite que, en condiciones óptimas de conservación, un buen papel pueda durar siglos. Sin embargo, es una sustancia que se descompone con facilidad en medio ácido. Esa es la razón por la que, si se pretende que un papel tenga una larga durabilidad y se mantenga inalterado, debe estar protegido de la exposición a agentes ácidos. Estos pueden estar presentes en el propio papel, aparecer como restos de las sustancias químicas utilizadas en su producción, o en los elementos en contacto con el papel, como cartones, adhesivos, etc…

Para proteger a las fibras de celulosa de la descomposición ácida, los papeles suelen incorporar sustancias químicas que neutralizan esos ácidos con los que el papel puede entrar en contacto. Es lo que se llama reserva alcalina. Esta reserva la ofrecen sales blancas como el sulfato de bario - en los papeles baritados - que además de neutralizar los ácidos incrementan la blancura del papel.

En resumen, si se desea que un papel tenga una elevada longevidad, manteniéndose integro durante décadas, se debe seleccionar un papel libre de ácido, con reserva alcalina y mantenerlo alejado de otros elementos que lo puedan exponer a ácidos.

Tipos de papel

Los papeles comerciales para fotografía pueden dividirse en dos grandes categorías atendiendo a su estructura: Papeles RC y papeles recubiertos.

Papeles RC (Resin Coated)

Los papeles RC están compuestos por un laminado de papel entre dos capas finas de polietileno, por eso también son denominados papeles plásticos. Tienen una capa imprimible microporosa, diseñada para recibir la tinta, siendo la otra cara impermeable al agua y a la tinta. Son considerados papeles de menor calidad que los papeles recubiertos y su precio es consecuentemente menor que el de estos. Son papeles que, en acabados Luster, perlado o semimate, tienen una buena resistencia al rayado, lo que los hace muy interesantes para exhibición sin la protección de un vidrio o acrílico. Por contra el acabado brillante es muy delicado. Solo por apilar copias, una encima de la otra, pueden aparecer pequeñas rayas.

Los papeles RC suelen tener en su composición blanqueadores ópticos (OBAs), lo que los hace proclives a amarillear a medida que envejecen. Son más económicos que los papeles recubiertos de calidad. Por lo tanto, son una buena opción para imprimir copias de las que no se requiera una vida larga, tal como las destinadas a exposiciones temporales o en las que el coste del papel sea determinante.

Papeles recubiertos

Los papeles recubiertos están compuestos por un sustrato de papel, generalmente de alfa-celulosa, algodón o mezcla de ambos, sobre el que se ha aplicado un recubrimiento para recibir la tinta en una de las caras. Son papeles que se consideran de mayor calidad que los RC, con frecuencia presentan pocos o ningún blanqueador óptico (OBAs) y por lo tanto amarillean menos que los RC con el envejecimiento. La blancura se la dan las propias fibras de la celulosa junto con pigmentos minerales como el sulfato de bario. Consecuentemente, suelen ser papeles con menor blancura y tonos más cálidos que los RC. Estas sales añadidas al papel, no solo mejoran su blancura, sino que también aportan una reserva alcalina que retarda la degradación por ácidos del papel. Al no llevar OBAs, tienen mejor envejecimiento. Son papeles más valorados que los RC, especialmente los de algodón, también se suelen denominar papeles de grado museo o papeles fine art.

Atributos del papel

Blancura y blanqueadores ópticos (OBAs)

Los blanqueadores ópticos son productos químicos que presentan fluorescencia.  Cuando se iluminan con luz ultravioleta (UV), invisible para el ojo humano, la absorben y emiten luz azulada visible. Esto hace que cuando se añaden al papel lo doten de una mayor blancura aparente. Ya que la luz reflejada por el papel, no solo está compuesta por los tonos más o menos amarillentos propios del sustrato, sino también por los tonos azulados provenientes de los OBAs (Optical Brightening Agents). Con estas sustancias se pueden mejorar la blancura de papeles cuyas fibras tienen una baja blancura.

Comparación de papel con y sin blanqueadores ópticos observado bajo luz ultravioleta.
Dos copias de prueba iluminadas por una combinación de luz blanca y luz untravioleta de 395 nm. La copia de la izquierda ha sido impresa sobre un papel con blanqueadores ópticos que producen una intensa fluorescencia. La copia de la derecha ha sido impresa en una papel sin blanqueadores ópticos.

Los OBAs presentan el problema de que tienen una longevidad limitada. Se descomponen con el paso del tiempo por acción de la propia luz UV y del oxígeno ambiental. Cuando se descomponen, dejan hacer su función, produciendo un efecto de amarilleo del papel, a veces heterogéneo. Por este amarilleo debido a la longevidad limitada de los OBAs, los papeles que los contienen en cantidades altas no son los ideales para archivo y exposición de larga duración. Si se quiere imprimir en un papel que no amarillee con el tiempo se deben evitar también los que tengan en su composición cantidades importantes de OBAs.

Los OBAs están bastante denostados en la impresión digital. Sin embargo, a mi juicio, en sí mismos no son ni buenos ni malos. Algunas fotografías pueden beneficiarse notablemente de la impresión sobre un papel ultra blanco, que solo se puede conseguir con OBAs. Sencillamente conviene saber qué son y cuáles son sus inconvenientes para tomar decisiones informadas y conscientes en la selección del papel.

El papel en la impresión fotográfica digital: Blancura de diferentes papeles
Comparación de la blancura de cuatro papeles diferentes sobre copias de prueba. Las dos primeras desde la izquierda están impresas sobre papeles RC en cuya composición abundan los blanqueadores ópticos. Las dos de la derecha sobre papeles recubiertos, la primera con bajo contenido en OBAs y la cuarta sin OBAs, presentando unos tonos más cálidos. De izquierda a derecha: Hahnemühle Photo Luster, Hahnemüle Photo Pearl, Canson® Infinity Baryta Prestige y Hahnemühle Photo Rag® Baryta.

La superficie receptora de la tinta

La superficie de un papel para impresión es la que determina la calidad de la imagen impresa. Durante el proceso de fabricación del papel, se deposita sobre el sustrato de celulosa un recubrimiento para recibir la tinta. Sin él, la tinta correría por capilaridad por las fibras de celulosa y sería imposible formar imágenes detalladas. Este recubrimiento influye determinantemente en la gama cromática y tonal de la impresión, la densidad máxima del negro y la resolución. Cada fabricante ha adoptado sus fórmulas específicas secretas, y sus características, en combinación con cada tipo de tinta, se han incorporado en el perfil ICC de cada papel para la adecuada calibración del sistema de impresión. Ese pequeño archivo informático contiene los datos de calibración específicos para cada combinación de papel e impresora y es imprescindible para obtener impresiones de calidad.

Luminosidad (Brightness), densida máxima (D-max), densidad mínima (D-min) y contraste.

Al contrario de lo que ocurre con una pantalla retroiluminada, donde la imagen se forma en un proceso aditivo, sumando la luz emitida por cada pixel. La formación de una imagen fotográfica sobre un papel es un proceso sustractivo. Esto significa que, a partir de un papel blanco, la deposición de tintas sobre su superficie reduce de forma selectiva la luz reflejada por este. Esta naturaleza sustractiva tiene implicaciones importantes sobre el contraste de la imagen formada.

En un extremo de la gama tonal, la densidad máxima (D-max) de los negros depende de la negrura de la tinta y de cómo esta interactúa con la superficie del papel. En cambio, en el otro extremo de la gama tonal, la densidad mínima (D-min) depende exclusivamente de la luminosidad del papel empleado. Al no emplearse tintas blancas, las zonas más luminosas serán aquellas sobre las que (casi) no se haya depositado tinta. Ninguna fotografía puede ser más luminosa que el papel sobre el que se ha impreso. De este modo, si el papel no es muy luminoso, por mucho que pueda reproducir negros profundos, reducirá el contraste máximo que se puede alcanzar. Los buenos papeles tienen luminosidades, expresadas como % de luz reflejada, superiores a 90%.

Por lo tanto, la luminosidad de un papel y su densidad máxima están muy relacionadas con el contraste que puede ofrecer.  Mientras que una pantalla LCD ofrece fácilmente contrastes de 500:1, un papel fotográfico con acabado brillo solo llega hasta 170:1 y un papel mate apenas llega a 50:1, un orden de magnitud menos que la pantalla de nuestro ordenador. Este reducido contraste nos permite intuir que, a priori, un papel mate podría rendir bien en imágenes de bajo contraste mientras que un papel brillante se desenvolvería mejor en imágenes de alto contraste.

Acabados superficiales

El acabado superficial es la característica más visible del papel, haciendo referencia a la manera en la que la superficie del papel refleja la luz incidente. Existe una amplia gama de acabados superficiales, pero se suelen clasificar en tres categorías: brillo, luster o semimate y mate. El acabado superficial es independiente del tipo de papel empleado. Es decir, se pueden encontrar papeles mate, luster y brillo tanto en papeles recubiertos como en papeles RC.

Brillo

Los papeles de acabado brillo habitualmente son los que presentan mayores densidades de color y de negro, son los que ofrecen impresiones más impactantes y de mayor contraste. Como contrapartida, requieren una iluminación muy cuidada, ya que los reflejos pueden dificultar mucho la observación de la impresión. En este tipo de papeles, a mi juicio destacan Canson Infinity Baryta Prestige II y el superafamado (y caro) Hahnemühle  Photo Rag® Baryta. No uso papeles RC brillantes para impresión, personalmente no me gusta el aspecto que dan a las impresiones. Su superficie totalmente lisa y brillante dan un aspecto a plástico a las copias, no parecen de papel.

El papel en la impresión fotográfica digital: Comparación de papel brillo y mate.
Comparación entre papel brillo (Hahnemühle Photo Rag® Baryta) y mate (Canson® Infinity Edition Etching Rag). Los reflejos permiten también apreciar la textura del Hahnemühle.

Luster, satinado o semimate

Estos acabados se encuentran entre el mate y el brillo. Estos papeles tienen cierto brillo, pero la superficie presenta un acabado texturizado muy fino que hace que los reflejos queden difuminados. Son papeles todoterreno que suelen dar muy buenos resultados en cualquier tipo de imagen y manejan bien las escenas contrastadas. En papeles recubiertos, utilizo o he utilizado Canson® Infinity Platine Fibre Rag y Hahnemühle FineArt Pearl. Entre los RC, utilizo Canson® Infinity Photo Luster Premium RC y Hahnemühle Photo Luster.

Mate

Los papeles mate tiene una superficie que refleja la luz de forma no cohesiva, esto es, reflejan la luz en múltiples direcciones. Por lo tanto, no producen reflejos. Esta es una característica muy interesante, ya que los reflejos del papel desaparecen y no dificultan la observación de la impresión. Por lo general, son papeles que ofrecen unos negros menos densos que sus homólogos con brillo, y por lo tanto menos contraste. Su superficie es bastante delicada, especialmente en las sombras y los negros, y se debe extremar la precaución a la hora de manipularlos. Entre mis favoritos están Canson® Infinity Arches 88 y Hahnemühle  Photo Rag®.

Textura

La textura del papel hace referencia a la rugosidad visible de su superficie. Por la propia naturaleza de los papeles brillantes, lustre o satinado la textura es muy sutil en estos acabados, esencialmente se trata de papeles lisos. Lo mismo se puede decir de todos los papeles RC. Por el contrario, en los papeles mate se puede encontrar una gama de texturas muy importante. Esta va desde papeles lisos o con textura muy fina (como Hahnemühle  Photo Rag® o Canson® Infinity ARCHES® 88) hasta papeles fuertemente texturizados (por ejemplo, Hahnemühle  Albrecht Dürer o Canson® Infinity ARCHES® Aquarelle Rag). La elección de la textura del papel que mejor encaja con una fotografía determinada obedece a criterios muy subjetivos del fotógrafo-impresor. Personalmente, y para el tipo de fotografía que yo realizo, escojo papeles mate lisos o con textura fina.

El papel en la impresión fotográfica digital: Comparación de papel brillo y mate.
De izquierda a derecha: papel liso (Hahnemühle Photo Rag®), ligeramente texturizado (Canson® Infinity Edition Etching Rag) y con textura fuerte (Hahnemühle Albrecht Dürer).

Gramaje

Los papeles para impresión fotografía más habituales presentan unos gramajes que oscilan entre los 180 g/m2 y los 340 g/m2. A mayor gramaje, mayor rigidez de la impresión, lo que en ocasiones puede dificultar el manejo del papel en la impresora. Generalmente, los papeles RC son más flexibles que los recubiertos y con poca tendencia a retener el curvado, lo que facilita su manipulación, tanto en la impresión como en la enmarcación.

Exhibición

La exhibición de las fotografías impresas es determinante tanto para su conservación como para su correcta visualización. Dejando al margen las técnicas de laminado o impresión directa sobre superficies diferentes del papel (aluminio, lienzo, acrílico,...) la mayoría de fotografías destinadas a exhibición van montadas y protegidas por un vidrio o acrílico. Si bien es cierto que un vidrio protege a la impresión de polvo, suciedad, agentes químicos y de los rayos ultravioleta, alargando de este modo su longevidad, puede alterar enormemente las características visuales de la fotografía.

Por una parte, el vidrio añade reflejos y puede convertir una copia impresa en papel mate en algo parecido a una copia brillante. Asimismo, esos mismos reflejos hacen que la orientación de la iluminación de la copia enmarcada y expuesta sea muy importante. La contemplación de una fotografía enmarcada tras un vidrio convencional puede ser una auténtica pesadilla debida a los reflejos del vidrio. Especialmente si se expone en una sala con grandes ventanales en la pared opuesta a la fotografía. La enmarcación con el tradicional vidrio mate (tipo esmerilado), a mi juicio no es nada interesante, ya que este tipo de vidrio destruye gran parte del detalle de la copia.  Para mí, la mejor opción, sin duda, si bien a un coste elevado, son los vidrios con tratamiento antirreflectante (por ejemplo artglassTM). Eliminan típicamente más del 90% de los reflejos y permiten una experiencia de visualización incomparable en entornos con muchos reflejos.  Su única pega: su elevado precio.

Otro aspecto a tener en cuenta de los vidrios o acrílicos destinados a enmarcación es su capacidad de filtrar la luz ultravioleta (UV). Habitualmente, para enmarcación se buscan vidrios con una elevada capacidad de filtro UV, ya que la luz ultravioleta es uno de los principales enemigos de las copias impresas. Sin embargo, este filtro UV altera la visualización de las copias sobre papeles con blanqueadores ópticos, ya que los OBAs necesitan recibir luz UV para realizar su efecto de blanqueo del papel. Si la fotografía se protege detrás de un vidrio que absorba eficazmente los UV, la acción de los OBAs no tendrá lugar. De este modo, se observará un oscurecimiento y amarilleo de la copia. Por el contrario, en copias impresas sobre papeles sin OBAs este fenómeno no tendrá lugar y la fotografía no se alterará al colocarla tras el vidrio.

Longevidad de las copias

La longevidad de una impresión fotográfica digital depende de tres factores principales: las tintas, el papel y el entorno de exhibición. Existen dos tipos de tintas, las de pigmentos y las de colorantes (pigment ink y dye ink). Las tintas de pigmentos están compuestas por una suspensión en agua de partículas sólidas muy finas. Las de colorante se componen de sustancias líquidas coloreadas disueltas en agua. Dejando a un lado la gama de cromática y tonal de cada tipo de tinta, y centrándonos en la longevidad, las tintas de pigmentos tienen una muy buena resistencia al paso del tiempo, habitualmente superior a las de colorantes. Por eso las primeras son las preferidas si lo que se pretende es obtener una copia que permanezca el máximo tiempo inalterada.

El envejecimiento de las tintas suele producirse con una pérdida de intensidad en el color que, además, no es homogénea para todos los colores. Con lo que frecuentemente se produce un blanqueo y un virado del tono general de la imagen.  Las tintas negras y grises utilizadas para las impresiones digitales son mucho más resistentes que las de color. Esto confiere una durabilidad significativamente mayor a las copias en blanco y negro frente a las de color. En este sentido, merece la pena leer los interesantes estudios sobre la permanencia de las tintas en impresiones digitales de Wilhelm Imaging Research, Inc.

El papel es el segundo elemento que influye en la longevidad de la copia. Las características de estructura y composición química y la presencia de blanqueadores ópticos condicionan su aspecto y ya han sido comentadas con anterioridad en este artículo.

El tercer elemento fundamental en la conservación de la copia es el entorno de exhibición. En este sentido, cabe decir que los grandes enemigos de las copias son la luz, especialmente la ultravioleta, y la humedad. La primera produce el deterioro de las tintas, haciendo que con el paso del tiempo los colores decaigan en intensidad, y la destrucción de los blanqueadores ópticos, ocasionando el amarilleo del papel. La humedad favorece el crecimiento de hongos cuya actividad vital destruye la celulosa, formando manchas y finalmente la descomposición del propio papel.

Es fácil entender que las condiciones de conservación ideales para las impresiones son en oscuridad y baja humedad. Si bien la humedad puede ser controlable en un entorno cerrado, la ausencia de luz es incompatible con la exhibición. No se puede disfrutar de una copia sin iluminarla. Por lo tanto, si queremos que nuestras copias luzcan inalteradas durante décadas debemos protegerlas de una iluminación excesiva. A efectos prácticos, esto se consigue alejándolas de la exposición directa a la luz solar y protegiendo la copia con un vidrio o acrílico que filtre la luz ultravioleta.

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