Técnica: Conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un arte.
Ética: Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida.
Estética: Conjunto de elementos estilísticos y temáticos que caracterizan a un determinado autor o movimiento artístico.
En el proceso fotográfico tiene lugar la transformación de una realidad, el motivo, en otra diferente, la imagen fotográfica. Dependiendo de la técnica y la estética del fotógrafo, esta transformación será más o menos intensa, alejando en mayor o menor medida la imagen fotográfica del motivo. La óptica empleada en la cámara, la perspectiva, el uso del color o del blanco y negro o el procesado, entre otros, determinan esa transformación. Es en ella donde el fotógrafo interpreta el motivo de acuerdo a sus necesidades expresivas y su creatividad, en definitiva, conforme a su estética.
Hasta el advenimiento de la fotografía digital, las posibilidades de manipulación creativa de la imagen fotográfica eran bastante limitadas y en algunos casos solo estaban al alcance de fotógrafos profesionales. Los fotógrafos que usaban película de diapositiva como soporte fotográfico casi no disponían de opciones de ajuste de la imagen durante el revelado. Por lo tanto, sus fotografías quedaban prácticamente determinadas al apretar el botón del disparador. Además, las emulsiones de diapositiva se caracterizaban por una reducida gama tonal, teniendo capacidad para registrar detalles en tan solo unos 5 diafragmas entre las sombras y las luces. Fueron tiempos en los que se desarrollaron herramientas y técnicas que se aplicaban exclusivamente sobre la cámara, ya que una vez pulsado el botón de disparo no había posibilidad de intervenir sobre la imagen: Filtros degradados, flashes de relleno, filtros para la corrección de la temperatura de color, ligera subexposición para incrementar la saturación de color, etc. Por otro lado, los fotógrafos de blanco y negro, si bien contaban con un mayor control sobre la imagen, con películas y papeles con una gama tonal de hasta 7 diafragmas, uso de filtros de colores para modificar selectivamente las tonalidades y posibilidad de dirigir tanto el revelado del negativo como el positivado de la copia en el cuarto oscuro, no podían disponer del color como medio expresivo.
Todo esto cambió con la madurez de la fotografía digital. Las características de las modernas cámaras digitales junto con el software de tratamiento de la imagen multiplicaron las posibilidades de manipulación de la imagen fotográfica. Sensores de altísima resolución, que permiten reencuadrar en el ordenador a voluntad, con elevado rango dinámico (en algunos casos de más de 12 diafragmas) y bajo ruido (tolerando bien la subexposición), junto con software en el que se puede modificar casi todo, han abierto un nuevo mundo de opciones de procesado creativo de la imagen fotográfica. Esta revolución ha creado la ilusión en ocasiones de que la técnica en la cámara ya no es tan importante como en la fotografía química, puesto que la mayoría de los defectos o errores que se cometan en la toma podrán ser corregidos con éxito con las portentosas capacidades del software de procesado de imágenes. Nada más lejos de la realidad. La correcta elección de los ajustes de la cámara, desde la exposición hasta el encuadre siguen siendo tan importantes como siempre, si lo que se pretende es obtener fotografías de calidad. Ningún software es ni será capaz de corregir una fotografía desenfocada, movida o significativamente sobreexpuesta.
Por otro lado, este formidable arsenal de herramientas de procesado ha llevado frecuentemente a una intensa manipulación de la imagen, en ocasiones excesiva e incluso sin un propósito creativo claro. Este abuso del procesado se produce de forma generalizada en las diversas modalidades de fotografía, incluida la de paisaje y naturaleza. Hoy no es infrecuente contemplar fotografías de naturaleza efectistas en las que se ha realizado un procesado tan intenso que la imagen fotográfica se ha alejado del motivo hasta perder su esencia. Más aún, en ocasiones son imágenes que podrían salirse de la definición de fotografía y entrar en la de creación digital al introducir elementos que no se encontraban en la escena fotografiada o modificar atributos esenciales de elementos existentes. Son fotografías irreales, de gran artificialidad, aunque puedan ser llamativas o incluso impactantes y gocen de aceptación en algunos foros. Sencillamente, la naturaleza no es así.
Cuando realizo fotografía de montaña, lo hago desde el respeto y la admiración por el medio que estoy fotografiando. Deseo crear mis fotografías respetando la esencia de lo que estoy fotografiando. Este planteamiento establece las guías estéticas y los límites éticos de mi fotografía. Quiero transmitir al espectador la sensación de estar allí donde fue tomada la imagen y compartir algo de la emoción que me llevó a fotografiar ese motivo de esa manera concreta.
Por muy atractivo que pueda ser el resultado, para mí no tiene sentido añadir o eliminar elementos de la imagen, más allá de la eliminación ocasional de pequeños elementos artificiales que son ajenos a la naturaleza, tales como cables de tendido eléctrico, estelas de aviones o huellas humanas en la nieve, y que me ha resultado imposible sacar fuera de la composición. En estos casos, mi primera opción es siempre dejar este tipo de elementos fuera de la imagen mediante un encuadre selectivo, pero esto no siempre es posible. Si realizara una fotocomposición superponiendo en el ordenador una imagen de la luna llena sobre otra de una montaña estaría creando algo que no existe en la naturaleza, algo en definitiva que no respeta la esencia de la escena. Si visualizo esa fotografía en mi mente, he de buscar el momento y el lugar desde el que la luna aparecerá en la posición deseada, programar la salida a campo y hacer la fotografía. Tampoco está dentro de mis límites éticos la modificación de elementos de la imagen para cambiar sus atributos esenciales. Si un cielo crepuscular es azulado, podré ajustar la temperatura de color, el contraste o la saturación de la imagen para resaltarlo, pero seguirá apareciendo azulado en la imagen final, no aparecerá ni anaranjado ni púrpura.
No obstante, no rechazo las herramientas que ofrece el procesado digital de imágenes. Al contrario, utilizo cualquier técnica que me ayude a reflejar en la imagen fotográfica la esencia del motivo. No descarto ninguna técnica, tanto en la toma como en el procesado, si el resultado transmite al espectador la belleza del paisaje que contemplaba cuando se cerró el obturador y es respetuosa con el motivo. La naturaleza es lo suficientemente bella y emocionante como para necesitar que el fotógrafo la adultere con sus filigranas.