El calor primaveral, el retroceso de las nieves y el predominio de la luz sobre la oscuridad activan la vegetación en la montaña. Las hayas salen de su letargo invernal, se visten con una nueva generación de hojas y comienzan a darse un festín de sol que transformarán, mediante la magia de la fotosíntesis, en azúcar. Es el fascinante espectáculo de la vida ante nuestros ojos.
Pero el mismo calor que trae la vida a los bosques caducifolios activa la atmósfera. Los cumulonimbos se desarrollan alimentados por la humedad y el calor del sol y descargan la energía acumulada en forma de tormentas.
Datos técnicos: EOS R, EF 70-200 f/4 L.
Galería Picos de Europa.