Jou Santu, 02:00 del 20 junio de 2020, la alarma del reloj me saca de un sueño ligero. Me giro y asomo la cara fuera del saco para ver el cielo. Sobre mí, un cielo sobrecogedor, negro azabache y tan cuajado de estrellas que resulta difícil identificar las constelaciones, incluso para un astrónomo aficionado. Las nubes dispersas, que hace unas horas cubrían parte del cielo, parece que se han disipado. Resulta curioso, con un cielo tan oscuro las nubes apenas pueden verse, solo se intuye su presencia porque provocan un hueco negro en el cielo donde no pueden verse las estrellas.
Al abrir un poco el saco, el aire frío se cuela dentro aumentando la pereza que siento para salir de él. Miro al termómetro del reloj y marca 5 grados. Bueno, para algo hemos subido hasta aquí ¡Vamos, fuera del saco, perezoso! Enciendo la lámpara frontal, me abrigo y recojo los bártulos fotográficos. Antes de marchar, cierro bien el saco para no encontrarme con visitantes a la vuelta en su interior, atraídos por el calor. A unos diez metros, sobre una llambria, se encuentra mi compañero acabando de preparar su equipo. Juntos bajamos hasta el lugar que habíamos identificado la tarde anterior para fotografiar la Vía Láctea sobre el macizo del Cornión.
En esta fotografía se puede ver la Vía Láctea desde el Jou Santu, en los Picos de Europa. De izquierda a derecha, las siluetas de Peña Santa, la Forcadona y la Torre del Torco se recortan contra el cielo estrellado. A la izquierda, bajos en el cielo junto a Peña Santa, se pueden observar dos planetas: Júpiter, el más brillante, y a su izquierda, casi en la arista de la montaña, Saturno.
Datos técnicos: Canon EOS R, RF 24-105 f4 L.
Galería Montañas en la Noche.
¡¡Espectacular!!
Impresionante, los picos y la Vía Láctea. Sí que mereció la pena el madrugón.
La experiencia de dormir bajo las estrellas es totalmente recomendable. Todo el mundo debería hacerlo al menos una vez al año.