Cuando llegamos a la braña, la encontramos cubierta de unos 40 o 50 cm de nieve polvo. Las nubes bajas la rodeaban, jugueteando con los bosques contiguos. Sin embargo, en la braña había una buena visibilidad. Había empezado a caer una nieve fina, arrastrada por una suave brisa. Sentirme en aquel lugar, con la nieve cayendo sobre mi, me produjo un gran placer. No recordaba cuanto hacía de la última vez que me había nevado. En todo caso, hacía demasiado tiempo que no experimentaba la terapia de la naturaleza.
Datos técnicos: Canon EOS R, RF 24-105 f4 L.
Galería Legado de Montaña.