Una imagen de archivo para anticipar lo que podremos vivir dentro de un par de meses en la montaña cantábrica: El resurgir de una nueva generación de hojas en los bosques de montaña. En este caso se trata, como no, de un hayedo en los Picos de Europa, fotografiado hace unos años. Siempre me ha resultado sumamente atractiva la intensidad del color de las hojas jóvenes, estéticamente contienen los símbolos de la pujanza de la juventud: frescura, limpieza, pureza y ternura. Además son también todo un símbolo de los ciclos vitales. Es fascinante observar como un ser vivo estático, gris, agarrado a las rocas, pasa en pocos días de un estado letárgico invernal a una explosión vida y color en la primavera.
Todo esto es gracias a esa molécula fantástica, capaz de transformar la energía solar y el carbono inorgánico de la atmósfera en materia orgánica, sin la cual ni nosotros ni la inmensa mayoría de seres vivos de este planeta podríamos sobrevivir: la clorofila.
Datos técnicos: Canon EOS R, RF 24-105, f/4L.
Galería Bosques y Arroyos de Montaña.
Verde rabioso, la primavera empuja… Esa foto me la imagino en un tamaño enorme, de esas que cubren una pared entera.
No estaría mal, impresa en un vinilo empapelando una pared.