Íntegra, como si cansada tras décadas de luchar por la luz, se hubiera recostado con suavidad sobre el mullido suelo del bosque al que durante tantos años contribuyó. Incorrupta, como si hubiera dejado de vivir ayer, su cuerpo resiste al ataque de las huestes de descomponedores de madera del bosque. Rebelde, como si en su último gesto, desafiando a la fuerza de la gravedad, hubiera escogido balancearse hacia el monte en vez de hacia el valle.
Esta haya muerta, probablemente tumbada por los fieros vientos de un temporal cantábrico, exhibe su fuerte personalidad incluso años después de haber muerto. Sus ramas principales permanecen completas, habiendo resistido a la caída, y la madera muestra un estado de conservación muy bueno, con unas texturas hermosas, pese a que aparentemente lleva muchos años muerta en el suelo. Además, el sutil detalle de haber caído en dirección contraria al resto de sus congéneres difuntas —hacia la montaña, en vez de hacia el valle— la hace aún más intrigante, más especial.
Datos técnicos: Canon EOS R, RF 14-35 f4 L, polarizador.
Galería Bosques y Arroyos de Montaña.