Niebla en el Hayedo I

Niebla en el Hayedo I

Había comenzado a llover. La copa de un haya centenaria me protegía de la lluvia, aunque en realidad, no me importaba mojarme. La niebla que me rodeaba transformaba a las hayas situadas más allá de 20 o 30 metros en siluetas fantasmagóricas. El entorno era de una belleza extraordinaria.

Permanecer solo en un bosque natural en momentos como estos es una experiencia incomparable que nunca me canso de repetir. El sonido de las gotas de lluvia impactando contra las hojas reconforta de una manera difícil de describir.  Aquí, lejos de resultar un incordio, como lo es en nuestra vida en la ciudad, la lluvia es un fenómeno armonioso, necesario y bienvenido. El agua, caída espontáneamente del cielo, alimenta al bosque y, por qué no, también al espíritu de los que en él nos encontramos.

Datos técnicos: Canon EOS R, Zeiss Distagon 21/2.8.

Galería Bosques y Arroyos de Montaña.

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