Una infancia difícil

Una infancia difícil

Los bosques son entornos en los que la densidad de elementos visuales es extrema. En ellos, la composición fotográfica consiste frecuentemente en aislar a los sujetos del entorno, a menudo caótico, en el que se encuentran. En este sentido es mucho más importante lo que se deja fuera de la fotografía que lo que se incluye en ella. Esa enorme densidad de elementos dificulta mucho la visualización de los motivos y, por lo tanto, la composición.

En este bosque resulta muy fácil dejarse atrapar por las grandes hayas centenarias, con sus potentes troncos llenos musgos de texturas  y colores llamativos. Sin embargo, igual que en la vida, los personajes más llamativos, los admirados altos y fuertes que sintetizan el ideal de belleza, no siempre son los personajes más interesantes. Estos cuentan, a menudo historias de éxito marcadas por una buena cuna y una buena dosis de suerte. Pero son los personajes secundarios, los nacidos en mal momento o mal lugar, los atormentados por la mala suerte, los que a menudo cuentan las historias más interesantes.

Este es el caso de este par de hayas, una en la infancia, la otra probablemente en su adolescencia, que con sus ramas retorcidas, muñones secos y podridos nos cuentan una historia de sufrimiento, de adaptación a un medio, a veces hostil, de lucha por la vida y de adaptación desde la misma infancia. Dos hayas que escaparon a mi vista, por encontrarse a escasos metros de otro ejemplar, sin duda emparentado con ellas, de mucho mayor porte y belleza pero mucho más aburrido.

Tomarse el tiempo necesario para observar, ver y sentir es esencial a la hora de disfrutar de un bosque. Uno de los lugares más maravillosos de este hermoso planeta que tenemos la suerte de habitar.

Datos técnicos: Canon EOS R, RF 14-35 f4 L, polarizador.

Galería Bosques y Arroyos de Montaña.

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