Adentrándome por uno de los pequeños valles cuyos arroyos descargaban al valle principal me encontré con esta sorpresa, un pequeño cañón en el que las aguas son contenidas por un atractivo muro de roca vertical lleno de texturas: musgo, grietas, roca mojada y un pequeño árbol que a duras penas sobrevive enraizado en una de las grietas. Lástima no haberlo pillado una semana antes, con todas sus hojas en las ramas, una excusa perfecta para volver al mismo lugar el otoño próximo.
La escena presentaba una iluminación bastante desfavorable. El contrapicado para mostrar el árbol enraizado en el muro, ocasionaba que parte del cielo se colase entre el incompleto dosel arbóreo del cañón. Incluso en un día cubierto, la diferencia de luminosidad entre las nubes y las hojas era tan grande que fue imposible no sobreexponer el cielo. No obstante, como la superficie sobreexpuesta no es muy extensa, al final no se obtiene una sensación desagradable.
Los árboles que se desarrollan el lugares hostiles o inverosímiles me parecen motivos muy atractivos. En este sentido, esta fotografía comparte motivo con mis otras dos fotografías El inverosímil y Tenacidad.
Datos técnicos: Canon EOS R, RF 14-35 f/4 L, polarizador.
Galería Bosques y Arroyos de Montaña.