La convalecencia tras una infección trivial por un persistente virus respiratorio durante el habitualmente poco productivo periodo navideño (al menos en mi caso y en lo fotográficamente hablando, claro) es un momento ideal para revisar el disco duro en busca de imágenes que en su momento no pasaron la criba. Es sorprendente como una maduración de casi un par de años hace cambiar la percepción sobre una imagen. En este caso es una interpretación de una escena que fotografié en la primavera de 2022 con varias ópticas y diferentes encuadres. La versión que en su día seleccioné como "mejor" fue esta. Sin embargo, la reinterpretación que acabo de hacer estos días con este otro encuadre, más amplio y horizontal, me parece más completa. El encuadre horizontal permite que el motivo principal, que es el tronco caído, se muestre totalmente y al mostrar las dos laderas del valle la vista se conduce hacia el fondo del mismo dotando a la imagen de mayor profundidad, con una tridimensionalidad más marcada.
Echándole un poco de imaginación, al igual que hacia en La marcha de las hayas, no es difícil imaginar esta vez a los helechos cobrar movimiento y visualizarlos descendiendo por la ladera de la derecha y avanzar por todo el valle como las hormigas de "Cuando ruge la marabunta". Ciertamente este bosque tiene un toque mágico.
Datos técnicos: Canon EOS R, Zeiss Distagon 21 f/2.8.
Galería Bosques y arroyos de montaña.